Bitácora de la cumbre

Educación, clima y esperanza desde Bolivia, Cumbre de Educación Climática 2025, América Latina (Red Teach For All).

Por Sofía Acosta, Alumni Generación 2021.

Llegar a Santa Cruz de la Sierra fue un regalo. El calor me envolvió apenas salí del aeropuerto Viru Viru, y lo primero que me recibió fueron los árboles florecidos de palo borracho rosado (Ceiba speciosa), pintando las avenidas con un aire festivo. Esa imagen se grabó en mí como la primera bienvenida de Bolivia y el inicio de una experiencia que intuía iba a ser transformadora.

Mi participación en la Cumbre de Educación Climática 2025 – con foco en América Latina, organizada por la Red Teach For All, estaba vinculada a mi paso por el curso de Jóvenes Climáticos de la red. Cuando apareció la invitación a la cumbre, m e pareció increíble: era una hermosa oportunidad para encontrarme con personas bellísimas que comparten un compromiso profundo con la educación y la acción ambiental.

La cumbre comenzó con la proyección del documental “Bolivia en Llamas”, de acceso público en Internet. Fue un inicio fuerte y revelador: mostró la crudeza de los incendios y la deforestación, junto con sus consecuencias sociales y ambientales. Más que un documental, se sintió como un espejo que reflejaba la urgencia compartida de toda América Latina y la necesidad de actuar juntos.

Una de las dinámicas más significativas fue presentarnos a través de objetos que reflejaban nuestra mirada hacia la educación climática. Recuerdo especialmente una pintura de la selva amazónica, traída por una compañera de Perú, que transmitía la fuerza de ese territorio y nos invitó a pensar en la conexión entre naturaleza, cultura y aprendizaje. Esa actividad fue la antesala para lo que más me maravilló: la diversidad de voces reunidas en un mismo espacio. Éramos representantes de diez países, con realidades muy distintas pero unidas por un propósito compartido. Me inspiraron proyectos como Monte Adentro, en el Chaco argentino, liderado con pasión por Juano; la fuerza de Vive la Cumbre, representada por Natalia, Sofi y Mauricio desde Colombia; y los contrastes de territorios tan diferentes como Puerto Montt (Chile), con el frío contado por Vicky, y Panamá, con el calor tropical narrado por Lisby y Mauricio.

El foco de la cumbre fue claro: encontrarnos para profundizar en los ejes ambientales que hoy resultan más urgentes, educación, justicia social, sostenibilidad y adaptación al cambio climático, y hacerlo en un marco de retroalimentación colectiva. La red nos permitió enriquecer nuestras propuestas, abrirnos a nuevas perspectivas y conocer recursos y fondos que pueden potenciar nuestras iniciativas. Esa posibilidad de aprender unos de otros y de pensar proyectos en conjunto fue uno de los mayores regalos de la experiencia.

Al cierre, la emoción que predominó en mí fue esperanza. Esperanza y también la convicción de que quiero seguir moviéndome hacia este espacio, aportando desde Uruguay y creando puentes con otros países. Vuelvo con gratitud, con la energía de cada persona que conocí, con la ternura de sus gestos y la fuerza de sus luchas, como recordatorio de que no estamos solos.