“Ser docentes nos llena de oportunidades de aprendizaje. Aprendizajes que van más allá de lo académico y que refieren a nuestra vida como seres humanos. Aprendemos a adaptarnos a millones de situaciones que se nos presentan día a día dentro de nuestro salón de clases. En muchas situaciones nos han comparado con pulpos, incluso google lo ha hecho, recordando a los docentes en su día.

Luego de pasar por el estresante proceso de elegir un grupo en un centro educativo, comenzamos con mucho entusiasmo y energía a pensar en nuestra clase. Ideas para recibir a nuestros alumnos de la mejor manera, y pautas de trabajo que queremos construir desde el comienzo para que este año sea un gran año.

En las primeras semanas vamos construyendo un vínculo que será fundamental para que existan aprendizajes. Vamos ajustando nuestra planificación a las necesidades que observamos y a la realidad de cada uno de nuestros estudiantes.

Si bien hace ya algunos años que me desempeño como docente en mi rol de PEU, este es mi primer año como Maestra. Evidentemente la situación actual que está viviendo el mundo entero estaba lejos de mis expectativas para este primer año. Dejando de lado la infinidad de cosas que por la inexperiencia me quedan por aprender, esta situación nos llevó a todos, incluso a los que hace años ejercen la docencia a encontrarse perdidos en cuanto a qué recursos usar, cuántas tareas mandar, cómo comunicarse mejor con los alumnos, con las familias, etc.

Frente a esa situación aparecieron en mí algunos pensamientos de queja y desesperación, me sentí bombardeada por tanta información y cursos de todo tipo en cuanto a qué plataformas y metodologías son las mejores. El intercambio con especialistas y con otros docentes siempre es útil, pero en un momento me di cuenta de que estaba escuchando mucho hacia afuera y dejando un poco de lado lo más importante: la voz de mis estudiantes. Fue así que empecé a buscar alternativas de comunicación para llegar a ellos.

Escuchar a mis estudiantes y a sus familias fue clave para encontrar el equilibrio y sentir que el esfuerzo que estamos realizando vale la pena. Nadie puede dar lo que no tiene, por lo tanto cuidar mi estado de ánimo, mis pensamientos a la hora de enfrentar esta situación y de pensar en mis alumnos fue fundamental.

Ese cambio de perspectiva me permitió ver esta situación como una oportunidad de conocer otras habilidades y fortalezas de mis alumnos así como también de vincularme más directamente con la realidad de cada familia.”

Ivana Levy